El Arte de la Autoevaluación
El Arte de la Autoevaluación. El origen de toda crítica, comienza en la mirada, la palabra y el toque; en donde la intención, el modo, el contexto, el contenido, el valor o la ausencia de él, definen el efecto que se desea provocar. Pero, ¿En qué momento la crítica constructiva se convierte en destructiva?
La crítica que ayuda, expande, contiene, revalora, desahoga y esclarece: Construye. En cambio, la que compite, minimiza, se burla, intriga, limita y somete: Destruye.
¿Cuándo es proyectiva y cuándo un introyecto?
Depende de en dónde es que toma más valor el efecto. Si es en quien la emite, o en quien la recibe. Lo cierto es que, en ambos casos, suele ser un reflejo del auto procesamiento. Nadie puede sacar lo que no lleva dentro, ni meter lo que no reconoce. El Arte de la Autoevaluación.
Para que una crítica haga efecto, los ganchos deben embonar, tanto de un lado, como del otro; de lo contrario, se confina a ser una apreciación que no establece una función ni logra cimiento, es decir, no tiene fundamento.
Cuando se es aliado del silencio, los pensamientos hacen eco, se puede observar cómo éstos resuenan en los sentimientos y cómo impactan en el cuerpo.
Es importante hacer que los propios deseos sean conquistables por el corazón. Hay que aprender a calibrar la vibración que pulsan, para elevar la forma de amar en lugar de reprimirla.
Quien sigue a su corazón deja de asumir las percepciones, interpretaciones y decisiones de otros. Quien controla sus deseos, deja de pedir permiso a los demás para vivirlos. El Arte de la Autoevaluación.
Hay que liberar las emociones de tal modo, que los filtros de nuestras interpretaciones, estén limpios. Sintonizar el ritmo de la vida con pensamientos que la conduzcan con su escencia, dicho de otra forma, con ciencia.
Renunciar a las críticas sin fundamento y a las que carecen de virtud, en un arte que nos hace distinguir, entre mantenerlas en cautiverio o liberarlas en solitud. El Arte de la Autoevaluación.